Falta de denuncias y capturas frena efectividad de recompensas en Santa Marta

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En Santa Marta, la violencia se incrementa sin que las recompensas por información ayuden a romper el silencio. Casos como el asesinato de un turista y el intento de fuga de un sicario en la estación de Policía evidencian la falta de colaboración ciudadana.

Los casos de violencia en Santa Marta se multiplican, las cifras suben y las recompensas ofrecidas por información siguen sin generar resultados. Ni el crimen del ciudadano italiano, ni la muerte de la turista, ni el intento de fuga de un sicario en plena estación de Policía, han logrado romper el silencio que envuelve a la ciudad.

En Santa Marta, cada crimen parece seguir un mismo guion: hechos violentos, indignación, anuncios de recompensas millonarias… pero luego, el silencio. Las autoridades ofrecen importantes sumas por información, sin embargo, las pistas nunca llegan. Ni se logran capturas ni se alcanza la justicia.

Uno de los casos más perturbadores fue el del ciudadano italiano, quien fue secuestrado y desmembrado por un grupo armado. Sus restos fueron encontrados en diferentes puntos de la ciudad, generando conmoción. A pesar del horror del crimen, nadie ha sido capturado, nadie ha hablado.

En El Rodadero, una turista fue atropellada por un motociclista que huyó del lugar. Las cámaras captaron parte del hecho y se hicieron llamados públicos, pero los responsables no han sido identificados.

Esta semana, otro hecho refleja la gravedad de la situación: cuatro delincuentes armados intentaron rescatar a un jefe de sicarios del grupo ‘Conquistadores de la Sierra Nevada’ en plena estación de Policía de El Rodadero. Una escena impensable en el corazón de la zona turística de la ciudad.

El defensor de derechos humanos Lerber Dimas fue contundente al referirse a lo que está ocurriendo: “Son dos casos graves en Santa Marta. Dejar libre a un jefe de sicarios sindicado de al menos 25 homicidios y el intento de rescate a otro jefe de sicarios en la estación de Policía del Rodadero.”

El patrón se repite: hechos violentos, promesas de recompensa, silencio colectivo. En muchos sectores de la ciudad, la gente prefiere callar antes que involucrarse, porque el miedo pesa más que la confianza en la justicia.

Mientras las autoridades mantienen sus ofrecimientos de dinero como incentivo, la realidad muestra que sin credibilidad, sin garantías ni protección, pocos se atreven a hablar.

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