Miles de personas se congregaron en las calles de Bogotá desde temprana hora para conmemorar el Día Internacional del Trabajo. La jornada estuvo marcada por arengas, pancartas y banderas, con un fuerte mensaje político impulsado por el presidente Gustavo Petro, quien llamó a la defensa de su propuesta de consulta popular sobre la reforma laboral.
Las movilizaciones comenzaron antes de lo previsto. Si bien el inicio estaba programado entre las 8:00 y las 9:00 a. m., a las 7:00 a. m. ya se reportaban grupos avanzando hacia la Plaza de Bolívar, especialmente comunidades indígenas que se incorporaron desde diversos puntos de la ciudad.
La Plaza de Bolívar se convirtió en el epicentro del encuentro. Hacia el mediodía, el lugar se encontraba casi a su capacidad máxima, con miles de personas ondeando banderas, mostrando carteles y coreando consignas a favor del cambio.
Las autoridades estimaron que más de 2.800 personas trabajaron en el control y acompañamiento de la jornada, incluyendo Gestores de Diálogo y Derechos Humanos, funcionarios de alcaldías locales y miembros de la Fuerza Pública.
A pesar del ambiente festivo, no faltaron algunos incidentes. El secretario de Gobierno alertó en la mañana sobre la existencia de solo una ruta de evacuación habilitada, el cual fue bloqueado por vallas, siendo estas retiradas posteriormente. También se registraron grafitis en fachadas y monumentos, además de un incidente de vandalismo en una estación de TransMilenio perpetrado por un grupo de aproximadamente 30 personas.
El momento más esperado fue el discurso del presidente Petro, que duró más de una hora y media. En su intervención, el mandatario habló sobre su consulta popular y lanzó frases que ya generan controversia.
“Ni un solo parlamentario que vote en contra de la consulta popular se vuelve a elegir en Colombia porque nadie votará por él”, advirtió.
Aproximadamente a las 3:00 p. m. comenzó la salida masiva de manifestantes de la Plaza de Bolívar. Aunque algunas marchas continuaban llegando por la carrera séptima, la jornada finalizó sin incidentes mayores, dejando un claro mensaje: el pueblo quiere ser escuchado.